AGALLAS

 





En las plantas, especialmente en las que son leñosas, es bastante frecuente que se formen agallas, que son como protuberancias o bultos con forma redondeada que suelen estar rellenos de pus o resina. Pero al contrario de lo que pueda parecer, hay unas que tienen usos comestibles: las de los robles.

Pero, ¿qué son exactamente las agallas del roble y cómo se forman? 






Las agallas, conocidas también como abogallas o cecidias, son estructuras de tipo tumoral que han sido formadas como consecuencia de la presencia de un parásito (sea virus, bacterias, hongos, o insectos) al que el vegetal, en este caso el roble, lucha por mantenerlo aislado del tejido sano.

Para que sea más fácil entenderlo, sería algo así como cuando a nosotros mismos se nos clava por ejemplo una astilla que no conseguimos extraer. Nuestro sistema de defensas va a atacarla, pero con el tiempo se nos forma un bultito más o menos duro que suele doler un poco. Pues bien, las agallas, en vez de estar rellenas de sangre, lo están de pus o a veces de resina.



¿Cómo se forman?

En los robles, las agallas suelen estar producidas por una alternancia de parásitos. Durante el otoño la Dryophanta foli, asexuada, pone sus huevos en los brotes tiernos y yemas, lo cual hace que el sistema de defensas de los árboles al tratar de eliminarlos desarrollen agallas en invierno. La siguiente generación de D. foli emergerá entre abril y mayo.

La hembra de Dryophanta taschenbergii en cuanto es fecundada, pondrá sus huevos en las hojas de los Quercus, produciendo así las agallas de verano que serán incubadoras de la forma asexuada.











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